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viernes, 12 de abril de 2013

Caperucita roja

Erase una vez una niña que vivía en una cabaña del bosque con su madre. Le llamaban Caperucita Roja porque siempre llevaba una capa con una caperuza de color rojo. En el mismo bosque pero bastante alejada de ellas, vivía en otra cabañita  su abuelita. Y hoy la abuelita se había puesto enferma y la madre de Caperucita le encargó que mientras ella iba a trabajar y a recoger leña para el fuego, tenía que ir a visitarla y llevarle la comida.
A Caperucita le gustaba mucho ir a la cabaña de la abuelita porque siempre le contaba unos cuentos muy bonitos y le daba de merendar unos bizcochos que hacia ella que estaban para chuparse los dedos. Así que se puso muy contenta con el encargo y justo después de comer, se puso su capa roja, cogió la cesta de comida que había preparado su madre y salió de su casa para llegar lo antes posible donde la abuelita.
- No se te ocurra parate a hablar con extraños, Caperucita. Le advirtió su madre dándole un beso en la mejilla...
- Descuida mamá, que no me pararé ni hablaré con nadie. Contestó la niña sonriendo mientras ya salía por la puerta y cogía el camino que se adentraba en el bosque.
Y Caperucita iba por el camino del bosque que llevaba a casa de la abuelita cortando unas flores para regalarle y cantando cuando de detrás de un árbol salio un lobo y le preguntó:
- Donde vas Caperucita?
- A casa de la buelita y déjame en paz que no me puedo parar...
- Vaya, vaya y dime Caperucita, le dijo el lobo, para que vas a casa de la abuelita?
- Porque está malita y voy a llevarle unas flores y esta cesta de comida. Y déjame en paz que no me puedo entretener...
 -Aaaah!!! y dime Caperucita, que llevas en la cestita?
-Pues unas tortitas y una jarrita de miel, le contestó Caperucita. Y déjame que llegaré tarde...
Al lobo, mientras hablaba con Caperucita  se le iba haciendo la boca agua y no podía dejar de pensar en que iba a ir a casa de la abuelita para aprovechar que al estar malita estaría flojucha y le sería muy fácil comérsela y luego esperaría a que llegase Caperucita para que fuese su segundo plato.
-Bueno Caperucita, no te entretengo más que no quiero que se te haga tarde y por mi culpa te catigue tu madre. Sigue tu camino y no te entretengas, eh?
-Adios lobo, dijo Caperucita, no me entretendré.
Y Caperucita siguió su camino saltando y cantando acompañada por los pajaritos y las ardillas que había por el bosque.
El lobo mientras tanto echó a correr hacia un atajo que conocía y que sabía que llevaba hasta la casa de la abuelita. Y cuando llegó, llamó a la puerta.
-Toc, toc...
-Quien es? Preguntó la abuelita desde dentro...
Y el lobo falseando la voz e imitando a una niñita le contestó:
-Soy yo abuelita, tu nieta Caperucita.
-Pasa, pasa querida, que alegría me da verte...
La abuelita que no llevaba las gafas puestas y en la penumbra de su habitación no se dió cuenta que no era Caperucita sino el lobo tragón que se la quería merendar. Y dicho y hecho, el lobo abrió su enorme boca y de un sólo bocado se comió a la abuelita.
A lo lejos, pero acercándose, oye la voz de Caperucita catando. Se puso el gorro de la abuelita y las gafas que había debajo de la mesa y coió un camisón del armario a toda prisa. Luego se metió en la cama y esperó...
Al poco rato oyó unos suaves golpecitos en la puerta y una voz de niña que decía:
-Hola abuelita, soy yo, Caperucita
-Pasa, pasa queridita, dijo el lobo intentando hablar como la abuelita...
Caperucita entró y como la habitación estaba oscura con las cortinas corridas y el lobo se había tapado muy bien con la sábana, no se dió cuenta del cambio aunque si que notaba algo raro.
Cogió una silla y se sento al lado de la cama...y mirando hacia ella, preguntó:
-Abuelita, estás bien? Que ojos más grandes tienes...
-Sí, queridita, contestó el lobo, son para poder verte mejor...
-Abuelita, siguió la niña, que orejas más grandes tienes...
-Sí Caperucita, son para oirte mejor...
-Pero abuelita, no es un poco raro la boca tan grande que tienes?
-Siiiiiiiiiiiiiiiii, es para comerte mejoooooooooorrrrrrrrrrrrrr...y mientras decía esto el lobo tragón se abalanzó sobre Caperucita y al igual que hizo con la abuelita, ñampa zampa, de un bocado se la zampó.
-Socorrooooooooooo, auxilioooooooooooo, gritaba Caperucita mientras bajaba por la tripa del lobo.
Un cazador que estaba por el bosque oyó los gritos y muy deprisa corrió hacia el lugar de donde creía que venían. Y cuando vió la puerta de la casa de la abuelita, casi se imaginó lo que había pasado. La casa estaba vacía pero el lobo no podía andar muiy lejos porque recién comido andaba muy torpe. Así que el cazador siguiendo su rastro con los perros no tardó en encontrarle al borde del río bebiendo.
Se echó encima de él y con una navaja le hizo un corte en la tripa para poder sacar a Caperucita y su abuelita. Luego la llenó de piedras y lanzó al lobo al río, para que aprendiese la lección.
Y vaya si la aprendíó...Le costo mucho poder subier a la superficie y sacarse todas las peidras de la tripa, así que preometió que nunca más cometería fechorías.
Pero no fué el lobo sólo el que ese día aprendió la lección. También Caperucita se dió cuenta que si no le hubiera dicho al lobo donde iba nada de eso habría pasado, así que ya nunca más desobedeció a su madre ni habló con extraños.
Y colorín colorado....

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